Las Profesiones

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DEONTOLOGÍA JURÍDICA

 TEMA II

LAS PROFESIONES

 

 

2.1    Significado de la palabra profesión

2.2    Historia de las profesiones

2.3    Características generales de las profesiones

         2.3.1   Carácter intelectual, científico y humanista de las profesiones

         2.3.2   Constancia y permanencia

         2.3.3   Vocación profesional del servicio

         2.3.4   Independencia y libertad de contratación

         2.3.5   La tradición

         2.3.6   Colegiación

         2.3.7   Nivel profesional

 

 

2.1    SIGNIFICADO DE LA PALABRA PROFESIÓN


                El diccionario de la Real Academia de la Lengua Española apunta que el vocablo profesión proviene de professio, es decir “acción y efecto de profesar”, pero también significa “empleo, facultad u oficio que cada uno tiene y ejerce públicamente”. El término profesor deriva de la misma raíz; es la persona que “profesa” una ciencia e igualmente quien la enseña en público. De esta forma el profesional lleva a cabo labores de carácter público: no hay consultorio médico que no esté a la vista de quien lo necesite ni abogado que no ejerza su actividad como tal en un despacho abierto a cuentos requieran de sus servicios.

 

                Así pues, el profesional realiza una función social reconocida, pública y reglamentada; al momento de recibir su título, jura (protesta) comportarse bajo ciertos lineamientos éticos y morales bien concretos. Esta tradición contempla no sólo su actuación profesional, sino al mismo tiempo su conducta en la vida privada. Lo anterior de hecho establece la diferencia entre profesión y un oficio. En la primera el individuo “protesta” adecuar su comportamiento personal a una cierta ética, en tanto en el segundo no se plantea la existencia de algún contenido moral, aunque sí involucra el compromiso para realizar una labor técnica o artesanal bien ejecutada. En otras palabras, la moral del oficial se reduce a procurar hacer bien las cosas, mientras que la preparación del profesional le exige elaborarlas no sólo correcta y eficazmente, sino asimismo sostenidas en determinados principios morales.

 

 

2.2      HISTORIA DE LAS PROFESIONES


                Las sociedades desde antiguo percibieron, en el ejercicio de ciertas profesiones, que su conocimiento y aplicación podían generar el bien común, una riqueza social de la mayor estima. Para tal efecto se hizo indispensable, desde luego, la preparación intelectual del hombre que ejercía una labor, sobre todo de aquellas con un valor que consideraron superior a las demás actividades y oficios.

 

                En un principio los profesionales eran prácticos; sus estudios o funciones las realizaban en forma autodidacta y, en algunos casos, abarcaban diversos campos del saber. Leonardo Da Vinci, por ejemplo, se desempeñó como pintor, escultor, constructor e inventor. En América al inicio de la Colonia, muchas veces las circunstancias orillaban a un simple peluquero o barbero a convertirse en dentista, en ocasiones en químico y hasta en médico y cirujano. Sin embargo, con el paso del tiempo, fue necesaria la creación de planes de estudio metódicos y especializados que permitieran a los estudiantes acreditar sus conocimientos y recibir así el correspondiente título profesional. Una de las primeras ciencias en enfrentar tal problemática fue la medicina, cuyo ejercicio adquirió mayor notoriedad y reconocimiento al establecerse una institución denominada “Protomedicato”, encargada de constatar la preparación de quienes se dedicaban a esa actividad.

 

                En la Universidad de México, de las carreras profesionales que desde el siglo XVI se impartían en ella, como teología, Sagradas Escrituras, derecho canónico, derecho romano, artes (incluida en ella la medicina), retórica y gramática, ahora se han reducido a las de derecho y medicina. En el caso de la abogacía no era suficiente con haber cursado en dicha institución los estudios respectivos, sino que quien se graduaba apenas había resuelto la mitad de los requisitos para ejercer la profesión, ya que era además imprescindible practicar el derecho mediante su incorporación en un despacho; al final de tal práctica se le sometía a un nuevo examen ante las autoridades judiciales. Así pues, un abogado debía estudiar mucho, pero también ejercer su profesión, razón por la cual el ejercicio de esta actividad se estimaba más valioso que cualquier otro.

 

                Posteriormente, en el siglo XVIII, la Ilustración trajo consigo a los enciclopedistas y humanistas, y fue grande el auge que cobraron los conocimientos de orden práctico, revalorándose las ciencias y los conocimientos de orden práctico, revalorándose ciencias y conocimientos. Ahora bien, dado que entonces no existían conceptos como “investigador de tiempo completo” o “especialista” en tal o cual materia, los profesionales producían cada vez con mayor celeridad y eficiencia el conocimientos científico y técnico necesarios que los nuevos tiempos requerían. Por otro lado, debido a la diversificación de las ciencias, fue menester imponer una regulación a las profesiones. No era para menos; piénsese en el cada vez mayor número de pacientes que depositaban en un médico su confianza, su salud y hasta la propia vida; y por lo que a los abogados concernía, los clientes les encomendaban toda o buena parte de su patrimonio, en que ocasiones incluía el de varias generaciones. Aun hoy, más que nunca, se trata de profesiones que conllevan una gran carga de responsabilidad y para solventarlas se requieren bastante conocimientos. Por ello, el legislador estipuló las normas más generales de su comportamiento, mismas que deben garantizar al cliente cierto tipo de conducta; es decir, actualmente el profesional tiene la obligación de conocer profundamente su materia, pero también contar con una clara inclinación o vocación que le permita darle seguimiento a su trabajo. Ello implica la forma de ser, de pensar y el modus vivendi de un verdadero profesional.

 

 

2.3         CARACTERÍSTICAS GENERALES DE LAS PROFESIONES


                Entre las características que distinguen las profesionales liberales de las otras actividades, pueden apuntarse:

 

2.3.1      CARÁCTER INTELECTUAL, CIENTÍFICO Y HUMANISTA DE LAS PROFESIONES


                Las profesiones liberales se caracterizan de aquellas que no lo son, en que su ejercicio se apoya en un esfuerzo intelectual constante por aprender y estudiar. En casi todas ellas hay que prepararse en un institución universitaria durante cinco o seis años y practicar algunos más. Las profesiones se ejercen aplicando diversos conocimientos que conducen a tomar las decisiones más convenientes para la resolución de variados y complejos asuntos o problemas.

 

                A)                La universidad: un método

                Cuando se habla de un profesional, intrínsecamente y de modo inmediato se alude a los estudios universitarios del mismo, los cuales suelen ser prolongados y exhaustivos, por lo que el individuo con este grado académico es común su disciplina, su amor al estudio y al conocimiento de las ciencias. No hay profesional sin universidad, pero tampoco existe universidad que no forme auténticos profesionales, aquellos que muestren un espíritu constantemente inclinado al estudio y a la investigación. Las universidades, a diferencia de otros centros de estudio, se distinguen por fomentar este espíritu inquieto y ávido de asimilar y crear nuevos conocimientos; son instituciones donde se descubren y verifican las realidades ocultas de la naturaleza o de la sociedad.

 

                Las historia de las ciencias muestra que las universidades son espacios en los cuales se ha desarrollado la investigación y por ende grandes e importantes descubrimientos; son lugares donde los estudiantes desarrollan su vocación a través del aprendizaje no de datos aislados o una serie de fórmulas o leyes repetidas, sino de la aplicación de un método (que llamamos científico) que consiste, entre otras particularidades, en aprender a observar, en descubrir con paciencia, en experimentar por uno mismo, en adentrarse por nuevos caminos del conocimiento. No se trata de que los alumnos de derecho, por ejemplo, memoricen las leyes y los códigos; pues es de todos conocido con qué rapidez varían año con año. Además, la memoria es frágil y de forma natural se olvidan datos si éstos no se repasan. El método universitario consiste entonces en “enseñar a aprender”, a consultar libros y revistas científicos, a mirar con lente crítico la realidad, a descubrir soluciones prácticas e investigar a fondo las materias que a uno le interesan, a cultivar la sana ambición de conocer y manejar la más reciente información, a emplear nuevos recursos, a explotar caminos inéditos.

 

                B)            El Humanismo

                El carácter intelectual de los profesionales, por razón de origen y costumbre, no abarca únicamente tópicos de índole científico y técnico; comprende también, y de manera muy especial, el ámbito humanista e que aquél se desarrolla. Lo hace en derredor de gremios cuya tradición busca, por una parte, no el conocimiento exclusivista y encasillado de la especialización, sino el universal; por otro lado, y bajo cualquier circunstancia, pretende poner en práctica valores como la paciencia, la conmiseración, la liberalidad, la justicia y la armonía social.

 

                Gracias al humanismo, al conocimiento universal; gracias a las continuas muestras de sensibilidad y solidaridad del hombre, es claro por qué el primer objetivo fundamental en el ejercicio de una profesión lo integren la compasión y el servicio a la comunidad. Lo anterior significa que la aplicación de conocimientos por parte de un profesional, no va en función del logro de un negocio, sino de prestar un servicio social a favor de una persona o un grupo de ellas que lo necesite.

 

2.3.2         CONSTANCIA Y PERMANENCIA


                Según la historia, de un núcleo reducido de oficios se fueron desgajando otros, muchos más, hasta crearse lo que hoy día conocemos como profesiones, las cuales se han multiplicado y continúan haciéndolo debido a que la gama de conocimientos también se ha extendido, luego especializado y, finalmente, independizado de aquellos que le dieron origen. En la antigüedad quedó el tiempo de la improvisación y del trabajo intermitente, características suplantadas y mejoradas por la permanencia y la continuidad en las diferentes actividades. No se habla más del viejo adagio que reza: “aprendiz de todo y oficial de nada”.

 

                No se olvide que la permanencia en la profesión se nutre del conocimiento; éste a su vez crece constantemente, se reproduce y se renueva. Por lo mismo, hay que estar atentos a los cambios, a los avances y a las innovaciones que se suceden en cada uno de nuestros círculos de acción.

 

                Como consecuencia de lo anterior, el horizonte de posibilidades labores se ha abierto de manera progresiva. Un médico puede dedicarse a la psiquiatría, a la neumología, a la ginecología, a la ingeniería genética, etc. De igual manera, el abogado, una vez termine su formación, puede inclinarse a la especialización de su profesión y dedicarse al derecho penal, al derecho mercantil, al derecho civil, al derecho procesal, etc. Pero podría pensarse que estas especialidades no provienen de un tronco común, pero sin embargo lo hacen como lo son el derecho y la justicia procurando bienestar a las personas que se les aplica. Para tal fin es pues indispensable la constancia, dedicación y permanencia en la profesión.

 

2.3.3       VOCACIÓN PROFESIONAL DEL SERVICIO


                Cuando se habla de vocación profesional de servicio nos referimos a la presencia en el individuo de una compleja red de presiones, motivaciones, aspiraciones y decisiones de tipo cultural, social, económico y, sobre todo, psicológico que nos vemos obligados a manejar casi a diario.

 

                El problema de la vocación profesional es áspero, difícil, ya que en él influyen y confluyen muchos factores. Por ello se enfocará sólo desde tres perspectivas, las más objetivas, esto es tomando en cuenta el conocimiento en sí de la profesión, la capacidad de ejercerla y el gusto por practicarla.

 

                Cuando una persona se inclina por cierta profesión o están claramente delineadas sus aptitudes para el desempeño de la misma, su estudio y ejercicio se facilitan. Así se dirá que el médico tiene “ojo clínico”, que el abogado “tiene “criterio jurídico”, entre otros.

 

                Por eso es acertado que los estudiantes de bachillerato tomen un curso de orientación vocacional y, en su caso, se les practique un análisis psicomotivacional, de tal forma que con uno y con otro se definen gustos y preferencias respecto de las profesiones liberales, exponiéndoles las amplísimas actividades de todas ellas. Esta información es el fundamento para que al bachiller se le abra el horizonte y las posibilidades del quehacer profesional.

 

2.3.4        INDEPENDENCIA Y LIBERTAD DE CONTRATACIÓN


                Una de las características más distintivas de las profesiones es la independencia de criterio que aportan la experiencia y el dominio de una materia. El conocimiento teórico y práctico de una profesión, con el tiempo crea un estilo, una forma muy personal de visualizar los problemas y ejecutar las acciones para resolverlos.

 

                No puede ser de otra manera, cuando se domina una disciplina se revela también una libertad de operación casi ilimitada. Bajo esa tónica, un ingeniero capaz no requiere de consejos, puesto que sabe y reconoce de antemano la resistencia, ductibilidad, durabilidad y aun el costo de los materiales con que se trabaja en el campo de la construcción. El verdadero profesional, el que disfruta de su actividad, aplica sus conocimientos con seguridad y con alto grado de ética.

 

                Complemento de lo anterior, es el papel de consejero o asesor que ejerce todo profesional con criterio independiente e imparcial para con clientes, empleados y compañeros de trabajo. Sin embargo, el crecimiento de las empresas e inclusive de dependencias del gobierno ha traído consigo el cambio de profesionales a asalariados; de ser antes asesores y hombres libres con criterio y con posibilidad de dejarse llevar por su creatividad, ahora portan la etiqueta de técnicos encasillados que pronto pierden el carácter humanitario. Lo anterior se comprende cuando las personas se ven obligadas a desempeñar un trabajo mecánico, rutinario, reiterativo, por medio del cual se dedican a atender necesidades masivas, mismas que casi siempre están previamente estipuladas, de tal manera que su capacidad de iniciativa y de asesoría se ven mermadas.

 

                Otro sin duda es el enfoque que se refiere a la relación y contratación individual delos servicios de un profesional. Por lo general sus emolumentos son por honorarios, es decir retribuciones que se pactan por la calidad de una obra o servicio determinados, o bien están reguladas a través de un arancel oficial.

 

                En este sentido, el auténtico profesional actúa bajo las mismas circunstancias de trabajo que los competidores, ofreciendo servicios o productos en un mercado donde el prestigio, conocimientos, eficiencia y costo son elementos indispensables para atraer o alejar al cliente o consumidor. En cuanto a los aranceles, que el neoliberalismo se empeña en quitar, su aplicación tiene una doble finalidad: por una parte que al profesional no le permita mostrarse desleal con sus colegas al pactar honorarios menores de lo estipulado, lo que propiciaría granjearse a la clientela de una manera poco ética; y por otra evitar, donde haya escasez de profesionales y poca competencia entre ellos, los efectos del monopolio, defendiendo así a la clientela contra el cobro desorbitado.

 

                En resumen, al estipular sus honorarios, los profesionales se deben guiar por una tasa fijada en un arancel, y a falta de éste pactar dichos honorarios tomando en cuenta factores objetivos de apoyo como el grado de especialización, estudios necesarios y recursos técnicos utilizados, así como otros de carácter subjetivo como el prestigio y el humanismo.

 

2.3.5         LA TRADICIÓN


                Quienes analizan las características singulares de las profesiones que se dicen liberales (como la medicina, la ingeniería, la abogacía, la sociología, la arquitectura, etc.) pronto se dan cuenta que son ciencias con larga trayectoria histórica. Su ámbito de estudio data de tiempo antiguo y el cúmulo de conocimientos se va almacenando a lo largo de los años. La conjunción de esos conocimientos abstractos y científicos se ha convertido, al paso del tiempo y de innumerables generaciones, en nuestra herencia, reflejada en costumbres, ritos de iniciación, ceremonias, logotipos e insignias, niveles de profesionalización, actitudes, hábitos, reglamentos, vestimentas especiales (togas, batas, birretes, uniformes), así como festividades gremiales y religiosas. Sobra decir que sobre esas particularidades no se presenta la idea funcional de la profesión, pero sí ayuda a la comunicación y transmisión por donde fluye gran cantidad de información académica, técnica y práctica que de otra manera sería difícil asimilar.

 

2.3.6       COLEGIACIÓN


                Las profesiones nacen bajo la tutela universitaria; de hecho son parte de ella por cuanto el personal académico, con su experiencia y conocimientos, aconseja a sus respectivas instituciones acerca del tipo y contenido de las materias que en su seno deben impartirse. También la integran quienes, desde los diferentes centros de estudio especializado, contribuyen al avance de las ciencias y la tecnología a través de diversas investigaciones, dedicando tiempo y disciplina a nuevas tecnologías a través de diversas investigaciones, dedicando tiempo y disciplina a nuevas teorías y métodos de experimentación, así como a capacitarse y actualizarse por medio de las distintas modalidades de posgrado que hoy día se conocen. En otras palabras: si la universidad ha formado desde el medievo claustros de profesores, a su imagen los profesionales de nuestra época han constituido sus propios colegios, sociedades, asociaciones y otros centros de conocimiento cuyo origen proviene de la tradición.

 

                Los Colegios tienen algunas funciones importantes a desempeñar. El Colegio de abogados, como el de notarios, como el de médicos, además de contar con una antigüedad, son prueba de cómo las instituciones deben adaptarse a las circunstancias para cumplir con sus propósitos y sobrevivir al tiempo; asimismo, no sólo se han constituido en receptáculos y depositarios de las modificaciones que paulatinamente sufre el ejercicio profesional, sino también en testigos del devenir histórico de la profesión en muchas partes del mundo.

 

                En tales entidades se formula y se actualiza el padrón de profesionales de la disciplina, se discuten y proponen los aranceles que es menester determinar, así como los cambios que a menudo se presentan en las profesiones, a fin de someter a la consideración de las autoridades universitarias las modificaciones curriculares pertinentes. Es importante resaltar la labor mediadora que realizan entre profesionales y clientes, cuando los primeros se inconforman por un trabajo inconcluso o mal realizado; esa misma gestión arbitral la efectúan con los abogados que por múltiples razones litigan entre sí: por hacerse deslealmente de la clientela, por expresarse en contra de la buena fama de un compañero, por injuriarlo, etc. No está demás el papel de asesoría que ejercen estas asociaciones cuando dictaminan qué nuevos procedimientos no han sido aún bien experimentados para permitir su introducción en el mercado, mantener comunicación con el gobierno, con el objeto de asesorarlo en lo que se refiere a la gama de contratos, precios, tecnología que intercambian las naciones.

 

                Por otra parte, también deben valer para que sus miembros actualicen sus conocimientos, en diversos foros y niveles, con conferencistas que proporcionan el conocimientos actualizado. Además, en muchos colegios se cuenta con un código de conducta y moralidad bien definidos acerca de la materia que manejan, de esto que en algunos países no se permita el ejercicio de la profesión fuera de los mismos. En general, sirven también como organizaciones de defensa de la profesión.

 

2.3.7        NIVEL PROFESIONAL


                En vista que el profesional se ha esforzado durante largos años estudiando y después especializándose en su ramo y habida cuenta de que también debe mantenerse enterado de nuevos métodos, información, evolución que experimenta la profesión, por lógica aumenta poco a poco. Se necesita entonces, también, material y recursos tecnológicos que mantengan el nivel de profesionalidad aceptable, así como la renovación de su consultorio, despacho o cualquier otro lugar en donde desarrolla su muy particular actividad. Elementos como libros, revistas, computadoras y materiales varios para cumplir con su función son costosos.  De esto que la gente vea justa una retribución al profesional de acuerdo a sus aptitudes, responsabilidad y prestigio, pues quién no ve el trabajo intelectual que esto supone.

 

 

Nota: PÉREZ FERNÁNDEZ DEL CASTILLO, Bernardo, Deontología jurídica. Ética del abogado, Ed. Porrúa, 5ª ed., México 2000, págs. 19 a 40.

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D
Magn´fica referencia, muchas gracias, lo usaré ampliamente
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